martes, 27 de noviembre de 2007

Asalto II

"Ce busca perro french, responde al nombre de popis. buena recompenza"

Ese era el letrero que puso la doña del perro que buscaban, el cual como es de imaginarse, me había robado con absoluta profesionalidad.

La primera vez lo vi tan inocente, meando en la banqueta de mi casa. Me enojé mucho y lo corrí de una pedrada pero me guñó. Otro día estaba cagando ahí frente a mi puerta. Mi primera reacción fue de enojo y le aventé tremenda pedrada que le cortó la inspiración, la segunda reacción fue de risa al verlo correr con la colita entre las patas; en eso, miré al tremendo monumento de mujer que lo paseaba. La saludé con absoluta seguridad estirándole mi mano derecha; por supuesto, a ella le importó un cacahuate y se largó abrazando a su perro cagón.

Desde la ventana miré que todos los días el perro cagaba diario frente a mi puerta, a veces solo y otras veces con la chica que no me pelaba.

El martes 23 fue el colmo, yo entraba completamente feliz a mi casa y al cabo de un rato me comencé a dar cuenta de un asqueroso olor el cual poco a poco vi, venía de mi zapato. Había pisado la mierda y toda la casa estaba embarrada de las gracias de animalito.

El día 24 había amanecido como para comerme un mamut. Salí a la calle a comprar tortillas y de regreso el canino depositaba su mastique en mi puerta abierta. Me le avalancé encima y se metió a mi casa, ahí le di una buena ración de agua con nada y salí a disfrutar de la calle sin su cacota en mi puerta.

De vuelta encontré el letrero con faltas de ortografía.

Para que no sospecharan, mandé a un amigo con su carita de menso a decir: seño, aquí está el perrito que se le perdió. Le dieron 400 pesos de los que a mí me tocó la mitad.

Bien contento me aventé un caldito de res, diez tacos de suadero y dos refrescos fríos a la salud de los doscientos pesos que me tocaron. Ese animal me iba a dar de comer de una u otra forma, con el hambre que traía me hubiera tragado al perro en mole doña María.

Asaltos

Vamos, saquen al ladrón que llevan dentro, sean osados y roben cosas insignificantes, es la oportunidad de volver a la creatividad. Estas son historias mías cuando he sacado a la luz mi delincuente inerior y de las veces que he sido el asaltado. Usted saque sus conclusiones.

Asalto I

Odiaba tanto a ese ladrón -a ese maldito ladrón-, que daba gracias al cielo por nunca haberlo descubierto; de no ser así, ya lo habría golpeado.

Mi mamá todos los días me hacía una deliciosa torta de jamón o huevo o frijoles o lo que hubiera. En el recreo la maestra nos pedía dejar las tortas en el escritorio, luego nos mandaba a lavarnos la manos y posteriormente volvíamos por la comida. Esa mesa era el triángulo de las bermudas de las tortas, siempre se perdía la mía al regresar del monótono lavado de manos. Supe que alguien esataba robándolas y le dije a la maestra, pero los de mi salón -esos malditos incomprendidos- me dijeron rajón. La maestra tampoco tuvo una solución, creo que estaba preocupada por sus uñas.

María y yo decidimos descubrir al cretino que se llevaba nuestro alimento, pero la maestra -esa maldita maestra- nos bajó puntos por no irnos a lavar las manos (y de todos modos nos las tuvimos que lavar).

María -esa maldita traidora de María- solucionó su problema llevando en vez de torta unas asquerosas espinacas que nadie le quería robar y yo harto de tanta maldad, decidí actuar con inteligencia.

El día siguiente enseguida de entrar a la escuela, saqué mi torta de la bolsita donde tiernamente la había guardado mi madre y con firme decisión le propiné un tremendo escupitajo verde como loro.

Sucedió como lo planeé, se la robaron cuando nos fuimos a lavar las manos y yo pasé el recreo con hambre pero con esa sonrisa de triunfo y placer.

Pero yo -ese maldito yo que nunca estaba conforme- decidí jamás pasar hambre. El día siguiente cuando todos dejaban sus alimentos en el escritorio, di un anuncio:

a ver, ésta es mi torta y frente a la cara de horror de todos comencé a lamerla como paleta de lado a lado. Ahora sí -dije conforme-, ahí se la come quien guste. Fui a lavarme las manos muy tranquilo y al volver estaba ahí intacta esperándome llegar. Me la comí tan agusto como nunca había hecho.

Era tan distinto y quién iba a pensar que la culpa la tenía el ingrediente secreto.

Puede ser.

Agradeceré las ganas de estar en la cama de una princesa con ropa de vagabundo.



*Supongo que las princesas están hartas de que les digan lo hermosas que son, las mentiras convenencieras, las propuestas materiales. Mi princesa se enamora con otro tipo de situaciones menos comunes. Mi princesa antes de ser princesa, es mujer.

Conclusiones.


Me encantaba verte todas las mañanas juguetear con el sol, apagarlo y prenderlo a tu antojo con un pequeño interruptor.
Darle vida a las aves, matar a las palomas y a los niños de la calle, era hermoso ver sonreír a la gente sólo con el hecho de pensar en ti; el mundo giraba en ciclos a tu al rededor.

Yo también fui cobarde. En algún tiempo pasado creí que tú eras la solución a las ecuaciones de la vida y cuando te dejé el timón de mi barco, estabas más ocupado peleándote con demonios apócrifos.
Deduje que a mí dios se me ha descompuesto. A todos les era útil, pero a mí sólo me servía para que el diccionario no tuviera en blanco esa palabra.
La luna me fue más útil, y eso que me encantaba encontrarte cerquita de ahí, imaginarte rodeado de un aura clara y pacífica, con los grillos sonando entre la hierba, la noche de cuadro de Van Googh, las plegarias de la gente al aire, el ensueño bañado de tu cielo por ahora sólo imaginable.

Me encantaba verte todas las mañanas hacer lo que te pegara la gana con mi destino, pero no más, hoy dejo de pensar en ti.

lunes, 26 de noviembre de 2007

Cosas que pasan.

Te he visto cruzar la calle casi volando, con el cabello suelto y tus zapatitos de cometa. Casualmente no ibas conmigo ni yo contigo, andabas por el mundo como un gran faro de soledad.

Mi reloj decía que eran las cinco y el segundero parecía sentirse correteado, pero en el tuyo seguramente eran como las seis. Tú pensabas que tu mundo era un ejército de moléculas muriéndose por el tiempo, y yo pensaba que Tú mundo.